jueves, 3 de marzo de 2011

La "Parada Equivocada"


La vida es como un tren de pasajeros. Estarás rodeado de personas con las cuales interactuarás y compartirás tu viaje. Algunas de esas personas estarán contigo un corto tramo. Quizás dejen huellas, quizás no. Otras recorrerán todo el viaje a tu lado, algunos como silentes acompañantes, otros en papeles protagónicos al lado tuyo. Quizás marquen tu vida, quizás no.
 
Tendrás diversas paradas en tu viaje. Nuevas personas llegarán a tu tren, mientras, otras, una vez culminen su propósito alcanzarán su destino y se bajarán. Todas y cada una de esas personas, directa o indirectamente, aportarán algo a tu viaje. Seguirán subiendo y bajándo personas, pero… que sucede si el que se baja del tren eres tu? Es posible que te bajes en la parada correcta, que bueno si es asi, pero, tambien es posible que no.

Pensarás “me bajé donde no era y se me fue el tren correcto”. Que harás en el entretanto? En esa misma parada encontrarás mas personas, algunas perdidas, otras esperándo el tren correcto y otras, como tu, esperando a que regrese el tren que “perdiste”. Aprovecha tu entretanto para compartir con esas personas, por alguna razón están todas allí y tu te bajáste en esa aparente “parada equivocada”. Aprende todo lo que tengas que aprender. Recorre la estación, observa, disfrutate el entretanto, descarta lo que no necesites de tu equipaje y renuevalo! Luego, en el momento que estimes correcto, regresa a esperar tu tren.

Puede que regresé el mismo que perdiste, puede que no. Lo importante es que subirás a el con un equipaje renovado, con mas confianza en ti y te asegurarás de que te lleve al destino que habías escogído, aunque sea necesario que te detengas nuevamente en una “parada equivocada”.

Cuenta tus bendiciones aunque pienses que sean “equivocadas”. Recuerda que todo tiene su propósito y nada sucede al azar.

1 comentario:

  1. Causas y Azares - Sylvio Rodríguez

    Cuando Pedro salió a su ventana
    no sabía, mi amor, no sabía
    que la luz de esa clara mañana
    era luz de su último día.
    Y las causas lo fueron cercando
    cotidianas, invisibles.
    Y el azar se le iba enredando
    poderoso, invencible.

    Cuando Juan regresaba a su lecho
    no sabía, oh alma querida
    que en la noche lluviosa y sin techo
    lo esperaba el amor de su vida.
    Y las causas lo fueron cercando
    cotidianas, invisibles.
    Y el azar se le iba enredando
    poderoso, invencible.

    Cuando acabe este verso que canto
    yo no sé, yo no sé, madre mía
    si me espera la paz o el espanto;
    si el ahora o si el todavía.
    Pues las causas me andan cercando
    cotidianas, invisibles.
    Y el azar se me viene enredando
    poderoso, invencible.

    ResponderEliminar